Una aproximación a las dependencias afectivas
Existen relaciones que pueden ser tan tóxicas como ingerir una droga. La necesidad afectiva extrema hacia una persona puede llevar a elecciones inadecuadas y abusivas caracterizadas por una gran violencia emocional. Las personas que se involucran en estas relaciones son capaces de hacer cualquier cosa para evitar que la relación termine a pesar de las consecuencias negativas en todas las áreas de su vida. Es de gran importancia reconocer y trabajar sobre este patrón vincular para poder brindar el tratamiento y la recuperación adecuada.
La dependencia emocional impregna la mayoría de los vínculos afectivos. Estos vínculos se basan en la proyección del poder personal en un otro/a. Como el centro de poder está puesto fuera de sí, la consecuencia es: relaciones tortuosas y vínculos tóxicos. El otro/a actúa de forma similar a la dosis de la droga que consume el adicto a sustancias. Cuando hablamos de tratamiento y recuperación adecuada por un lado mencionamos el tratamiento psicoterapéutico, pero también hay una herramienta muy valiosa que son los grupos de autoayuda.
La presencia de un grupo que escucha y acompaña a quienes comparten dolores semejantes, donde no se dan consejos ni se hacen interpretaciones, donde la ayuda que se ofrece es desde la propia experiencia lograda en la recuperación tiene un invalorable efecto curativo logrando recomponer áreas de nuestras vidas que parecían ya perdidas. Y sentir que podemos lograr mitigar de alguna manera el dolor y sufrimiento que nos aqueja no solo el propio sino el del ser humano con el cual compartimos esa experiencia, por lo cual nos comprometemos a nivel personal, grupal, y social creando un compromiso de ser agentes de cambio y bienestar.
El aporte de los que hacen años que concurren a los grupos a los demás integrantes, los testimonios donde se pudieron establecer cambios que sirvieron para mejorar la relación, es un estímulo para continuar explorando juntos. Setrata de transitar por una senda diferente , se trata de hacernos responsables de nuestras propias vidas y no proyectar constantemente en los demás lo errado de nuestras elecciones.
Lic. Martina Ibarrola
mibarrolaoliva@hotmail.com
1563749009..
Este espacio surge desde la necesidad de personas , victimas de violencia verbal o psicologica, donde podran encontrar herramientas y recursos para mejorar los vinculos y así desterrar relaciones tóxicas que solo traen sufrimiento ,es un mensaje esperanzador para quienes desean lograr una vida plena
sábado, 15 de octubre de 2011
martinaibarrola: el falso amor
.
A menos que accedas a la frecuencia consciente de la presencia, todas las relaciones, y en particular las relaciones íntimas, acabarán fracasando y siendo disfuncionales. Puede que parezcan perfectas durante un tiempo, mientras estás «enamorado», pero esa perfección se altera invariablemente a medida que van produciéndose discusiones, conflictos, insatisfacciones y violencia emocional o incluso física..., momentos de tensión que suceden con creciente frecuencia.
Parece que la mayoría de las «relaciones amorosas» pasan a convertirse muy pronto en relaciones de amor-odio. En ellas, el amor puede dar paso en un abrir y cerrar de ojos a una agresividad salvaje, a sentimientos de hostilidad o a la total ausencia del afecto. Esto se considera normal.
Si en tus relaciones experimentas tanto un sentimiento de «amor» como su opuesto —agresividad, violencia emocional, etc.—, entonces es muy probable que estés confundiendo el apego adictivo del ego con el amor. No puedes amar a tu compañero o compañera un momento y atacarle al siguiente. El verdadero amor no tiene opuesto. Si tu «amor» tiene un opuesto, entonces no es amor, sino la intensa necesidad del ego de una identidad más completa y profunda, necesidad que la otra persona cubre temporalmente. Este es el sustituto de la salvación que propone el ego, y durante un breve episodio parece una verdadera salvación.
Pero llega un momento en que tu pareja deja de actuar de la manera que satisface tus demandas, o más bien las de tu ego. Los sentimientos de miedo, dolor y carencia, que son parte intrínseca del ego pero habían quedado tapados por la «relación amorosa», vuelven a salir a la superficie.
Como en cualquier otra adicción, pasas buenos momentos cuando la droga está disponible, pero, invariablemente, acaba llegando un momento en el que ya no te hace efecto.
Por eso, cuando los sentimientos dolorosos reaparecen los sientes con más intensidad que antes y, lo que es peor, ahora percibes que quien los causa es tu compañero o compañera. Esto significa que los proyectas fuera de ti y atacas al otro con toda la violencia salvaje de tu dolor.
Tu ataque puede despertar el dolor de tu pareja, que posiblemente contraatacará. Llegados a este punto, el ego sigue esperando inconscientemente que su ataque o sus intentos de manipulación sean castigo suficiente para inducir un cambio de conducta en la pareja, de modo que pueda seguir sirviendo de tapadera del dolor.
Todas las adicciones surgen de una negativa inconsciente a encarar y traspasar el propio dolor. Todas las adicciones empiezan con dolor y terminan con dolor. Cualquiera que sea la sustancia que origine la adicción —alcohol, comida, drogas (legales o ilegales) o una persona—, estás usando algo o a alguien para encubrir tu dolor.
Por eso hay tanto dolor e infelicidad en las relaciones íntimas en cuanto pasa la primera euforia. Las relaciones mismas no son la causa del dolor y de la infelicidad, sino que sacan a la superficie el dolor y la infelicidad que ya están en ti. Todas las adicciones lo hacen. Llega un momento en que la adicción deja de funcionar y sientes el dolor con más intensidad que nunca.
Ésta es la razón por la que la mayoría de la gente siempre está intentando escapar del momento presente y buscar la salvación en el futuro. Si concentrasen su atención en el ahora, lo primero que encontrarían sería su propio dolor, y eso es lo que más temen. ¡Si supieran lo fácil que es acceder ahora al poder de la presencia que disuelve el pasado y su dolor, a la realidad que disuelve la ilusión! ¡Si supieran lo cerca que están de su propia realidad, lo cerca que están de Dios!Eludir las relaciones en un intento de evitar el dolor tampoco soluciona nada. El dolor sigue allí de todos modos. Es más probable que te obliguen a despertar tres relaciones fracasadas en otros tantos años que pasar tres años en una isla desierta o encerrado en tu habitación. Pero si puedes llevar una intensa presencia a tu soledad, eso podría funcionar para ti
A menos que accedas a la frecuencia consciente de la presencia, todas las relaciones, y en particular las relaciones íntimas, acabarán fracasando y siendo disfuncionales. Puede que parezcan perfectas durante un tiempo, mientras estás «enamorado», pero esa perfección se altera invariablemente a medida que van produciéndose discusiones, conflictos, insatisfacciones y violencia emocional o incluso física..., momentos de tensión que suceden con creciente frecuencia.
Parece que la mayoría de las «relaciones amorosas» pasan a convertirse muy pronto en relaciones de amor-odio. En ellas, el amor puede dar paso en un abrir y cerrar de ojos a una agresividad salvaje, a sentimientos de hostilidad o a la total ausencia del afecto. Esto se considera normal.
Si en tus relaciones experimentas tanto un sentimiento de «amor» como su opuesto —agresividad, violencia emocional, etc.—, entonces es muy probable que estés confundiendo el apego adictivo del ego con el amor. No puedes amar a tu compañero o compañera un momento y atacarle al siguiente. El verdadero amor no tiene opuesto. Si tu «amor» tiene un opuesto, entonces no es amor, sino la intensa necesidad del ego de una identidad más completa y profunda, necesidad que la otra persona cubre temporalmente. Este es el sustituto de la salvación que propone el ego, y durante un breve episodio parece una verdadera salvación.
Pero llega un momento en que tu pareja deja de actuar de la manera que satisface tus demandas, o más bien las de tu ego. Los sentimientos de miedo, dolor y carencia, que son parte intrínseca del ego pero habían quedado tapados por la «relación amorosa», vuelven a salir a la superficie.
Como en cualquier otra adicción, pasas buenos momentos cuando la droga está disponible, pero, invariablemente, acaba llegando un momento en el que ya no te hace efecto.
Por eso, cuando los sentimientos dolorosos reaparecen los sientes con más intensidad que antes y, lo que es peor, ahora percibes que quien los causa es tu compañero o compañera. Esto significa que los proyectas fuera de ti y atacas al otro con toda la violencia salvaje de tu dolor.
Tu ataque puede despertar el dolor de tu pareja, que posiblemente contraatacará. Llegados a este punto, el ego sigue esperando inconscientemente que su ataque o sus intentos de manipulación sean castigo suficiente para inducir un cambio de conducta en la pareja, de modo que pueda seguir sirviendo de tapadera del dolor.
Todas las adicciones surgen de una negativa inconsciente a encarar y traspasar el propio dolor. Todas las adicciones empiezan con dolor y terminan con dolor. Cualquiera que sea la sustancia que origine la adicción —alcohol, comida, drogas (legales o ilegales) o una persona—, estás usando algo o a alguien para encubrir tu dolor.
Por eso hay tanto dolor e infelicidad en las relaciones íntimas en cuanto pasa la primera euforia. Las relaciones mismas no son la causa del dolor y de la infelicidad, sino que sacan a la superficie el dolor y la infelicidad que ya están en ti. Todas las adicciones lo hacen. Llega un momento en que la adicción deja de funcionar y sientes el dolor con más intensidad que nunca.
Ésta es la razón por la que la mayoría de la gente siempre está intentando escapar del momento presente y buscar la salvación en el futuro. Si concentrasen su atención en el ahora, lo primero que encontrarían sería su propio dolor, y eso es lo que más temen. ¡Si supieran lo fácil que es acceder ahora al poder de la presencia que disuelve el pasado y su dolor, a la realidad que disuelve la ilusión! ¡Si supieran lo cerca que están de su propia realidad, lo cerca que están de Dios!Eludir las relaciones en un intento de evitar el dolor tampoco soluciona nada. El dolor sigue allí de todos modos. Es más probable que te obliguen a despertar tres relaciones fracasadas en otros tantos años que pasar tres años en una isla desierta o encerrado en tu habitación. Pero si puedes llevar una intensa presencia a tu soledad, eso podría funcionar para ti
jueves, 13 de octubre de 2011
el propio self
EL ENCANTADOR INSTINTO DEL SOMETIMIENTO
Sostener un vínculo sano con la pareja no es tarea
sencilla. Muchas mujeres, en busca de este
objetivo, dan "todo" por la pareja, descuidando
sus propias necesidades individuales. Así, pierden
autenticidad incluso con ellas mismas,
desencadenándose una serie de anomalías en su
personalidad que podrían ser evitadas.
"¿Por qué cuando estoy en pareja sacrifico mi
individualidad?".
"Me va bien en el trabajo, pero cuando estoy en
pareja me vuelvo complaciente, no puedo poner
límites y me pierdo a mí misma en la relación".
"Luché mucho por conseguir mi independencia
económica, pero al estar en pareja no puedo
dejar de poner las necesidades de mi pareja en
primer lugar y resigno lo que yo necesito".
"Pongo tanto esfuerzo en hacer funcionar la
relación de pareja que me quedo sin energías y,
sin embargo, la relación sigue trabada".
Testimonios como estos constituyen unos de los
motivos de consulta en psicoterapia por parte de
muchas mujeres que, queriendo estar en pareja, no
saben cómo amarlo a él sin perderse a si mismas.
Independientemente de la edad, profesión y los
logros obtenidos en lo laboral, estas mujeres
perciben que en el momento de relacionarse con un
hombre, empiezan a relegar parte de su vida
(social, tiempo para disfrutar a solas, creencias,
valores, etc.). Llega un momento en que sienten
que se han "mezclado" tanto con sus parejas que,
al terminar la relación, tienen la sensación de
que han perdido gran parte de sus apoyos
individuales y se encuentran con una sensación de
vacío, tristeza, confusión y frustración.
Salvando las diferencias que caracterizan a cada
mujer, hay algunas características comunes a todas
ellas:
Pasan gran cantidad de tiempo fantaseando con él
o con la relación.
Tienden a cuestionar o desvalorizar sus propios
sentimientos, opiniones, creencias si estos no
coinciden con los de él.
Se sienten deprimidas o ansiosas cuando no
pueden estar con su pareja.
Hacen cualquier cosa para que la relación
funcione, hasta están dispuestas a cambiarse a
sí mismas para complacer a la pareja (aspecto
físico, estilo de ropa, alguna conducta en
particular, etc.)
Se sienten emocionalmente agotadas cuando una
relación termina.
Optan o fantasean con quedarse sin pareja
durante un largo período de tiempo para no
volver a recaer en estas conductas.
Y acá no es tan importante la clase de hombre con
el que la mujer se ha relacionado, ni lo linda,
capaz, inteligente que es la mujer. Ella tiene un
problema: no puede ser ella misma cuando está en
pareja. Tiene la sensación de que ser ella misma y
estar en pareja son objetivos excluyentes entre
sí.
Ante esta situación, algunas mujeres quedan con
miedo a formar pareja y prefieren quedarse solas.
Otras, intentan la pareja una y otra vez,
esperando que el próximo intento resulte mejor que
el anterior. Existe también un grupo de mujeres
que están en pareja estable y que, tanto han
tapado sus necesidades personales, que sienten que
es muy difícil cambiar o distanciarse de la
relación aunque se sienten desdichadas.
Las raíces del problema
Están en la infancia. Por lo general, la mujer con
este trastorno, proviene de una familia
disfuncional, donde la niña aprendió a renegar de
sus propias percepciones; a no confiar en sí
misma; necesitar mostrar una imagen de "que todo
está bien" en la familia, guardando algún secreto
sobre algo malo que ocurre en el seno de ésta;
negligencia o abandono de uno de los padres o
ambos; existencia de conductas compulsivas:
drogas, alcohol, gasto o juego compulsivo,
obsesión con la sexualidad, celos desmedidos,
etc.; que uno de los padres tomen a la niña por
confidente, cargándola con sus problemas o
infidelidades, provocando sentimientos de
vergüenza y pérdida de la autoestima; haber sido
sobreprotegida o controlada por un adulto posesivo
que no permitió a la niña desarrollar su
individualidad. pertenecer a una familia con
creencias e ideas extremas sobre la sexualidad, ya
sea prohibiendo o falta de límites, etc.
¿Qué se puede hacer?
Si bien estas conductas pueden cambiarse en una
terapia que apunte a ayudar a la paciente a
mantener su identidad o a recuperarla, cuatro
pasos son fundamentales y hay que considerar:
Aprender a tomarse el tiempo necesario para
conocer a un hombre antes de plantear un
compromiso. No se puede amar lo que no se conoce
bien.
Ser auténtica y no engañarse a una misma. Todos
tienen aspectos positivos que quieren mostrar,
pero muchas mujeres crecieron con la idea de que
ser extremadamente complacientes, decir a todo
que sí y anular su propia identidad, es la mejor
manera de relacionarse. Sin embargo la excesiva
dependencia genera rabia y tarde o temprano
habrá peleas en la relación. El hecho de decir
la verdad, lo que gusta y lo que no, lo que se
espera de una relación, sin fingir, prepara el
camino para ser aceptado tal como se es.
Tener vida propia. Amigos, intereses, espacios
para disfrutar, tiempo para el cuidado
personal... Muchas mujeres sienten que ocuparse
de sí mismas es sinónimo de ser "malas" o
egoístas. Ser compañeras del varón es sano y
positivo; anularse a sí mismas, es algo muy
diferente.
Vivir en el presente y la realidad. Una de las
grandes dificultades para estar bien en pareja
se debe a que las personas quedaron estancadas
en el pasado, idealizando un viejo amor o
repitiendo en la pareja conductas negativas
aprendidas en la infancia. La fantasía es una
forma de huir de la realidad, de tapar el dolor
y obtener alivio, pero tiene un alto coste
emocional.
Estos son sólo algunos de los objetivos a lograr.
Cada mujer debe transitarlos a su manera y con su
propio tiempo. El camino hacia el auto
conocimiento y hacia el cambio puede ser muy
placentero porque significa llenar un vacío y
alcanzar el bienestar en la pareja que nos es tan
necesario.
VER MÁS SOBRE PSICOLOGÍA >>
Sostener un vínculo sano con la pareja no es tarea
sencilla. Muchas mujeres, en busca de este
objetivo, dan "todo" por la pareja, descuidando
sus propias necesidades individuales. Así, pierden
autenticidad incluso con ellas mismas,
desencadenándose una serie de anomalías en su
personalidad que podrían ser evitadas.
"¿Por qué cuando estoy en pareja sacrifico mi
individualidad?".
"Me va bien en el trabajo, pero cuando estoy en
pareja me vuelvo complaciente, no puedo poner
límites y me pierdo a mí misma en la relación".
"Luché mucho por conseguir mi independencia
económica, pero al estar en pareja no puedo
dejar de poner las necesidades de mi pareja en
primer lugar y resigno lo que yo necesito".
"Pongo tanto esfuerzo en hacer funcionar la
relación de pareja que me quedo sin energías y,
sin embargo, la relación sigue trabada".
Testimonios como estos constituyen unos de los
motivos de consulta en psicoterapia por parte de
muchas mujeres que, queriendo estar en pareja, no
saben cómo amarlo a él sin perderse a si mismas.
Independientemente de la edad, profesión y los
logros obtenidos en lo laboral, estas mujeres
perciben que en el momento de relacionarse con un
hombre, empiezan a relegar parte de su vida
(social, tiempo para disfrutar a solas, creencias,
valores, etc.). Llega un momento en que sienten
que se han "mezclado" tanto con sus parejas que,
al terminar la relación, tienen la sensación de
que han perdido gran parte de sus apoyos
individuales y se encuentran con una sensación de
vacío, tristeza, confusión y frustración.
Salvando las diferencias que caracterizan a cada
mujer, hay algunas características comunes a todas
ellas:
Pasan gran cantidad de tiempo fantaseando con él
o con la relación.
Tienden a cuestionar o desvalorizar sus propios
sentimientos, opiniones, creencias si estos no
coinciden con los de él.
Se sienten deprimidas o ansiosas cuando no
pueden estar con su pareja.
Hacen cualquier cosa para que la relación
funcione, hasta están dispuestas a cambiarse a
sí mismas para complacer a la pareja (aspecto
físico, estilo de ropa, alguna conducta en
particular, etc.)
Se sienten emocionalmente agotadas cuando una
relación termina.
Optan o fantasean con quedarse sin pareja
durante un largo período de tiempo para no
volver a recaer en estas conductas.
Y acá no es tan importante la clase de hombre con
el que la mujer se ha relacionado, ni lo linda,
capaz, inteligente que es la mujer. Ella tiene un
problema: no puede ser ella misma cuando está en
pareja. Tiene la sensación de que ser ella misma y
estar en pareja son objetivos excluyentes entre
sí.
Ante esta situación, algunas mujeres quedan con
miedo a formar pareja y prefieren quedarse solas.
Otras, intentan la pareja una y otra vez,
esperando que el próximo intento resulte mejor que
el anterior. Existe también un grupo de mujeres
que están en pareja estable y que, tanto han
tapado sus necesidades personales, que sienten que
es muy difícil cambiar o distanciarse de la
relación aunque se sienten desdichadas.
Las raíces del problema
Están en la infancia. Por lo general, la mujer con
este trastorno, proviene de una familia
disfuncional, donde la niña aprendió a renegar de
sus propias percepciones; a no confiar en sí
misma; necesitar mostrar una imagen de "que todo
está bien" en la familia, guardando algún secreto
sobre algo malo que ocurre en el seno de ésta;
negligencia o abandono de uno de los padres o
ambos; existencia de conductas compulsivas:
drogas, alcohol, gasto o juego compulsivo,
obsesión con la sexualidad, celos desmedidos,
etc.; que uno de los padres tomen a la niña por
confidente, cargándola con sus problemas o
infidelidades, provocando sentimientos de
vergüenza y pérdida de la autoestima; haber sido
sobreprotegida o controlada por un adulto posesivo
que no permitió a la niña desarrollar su
individualidad. pertenecer a una familia con
creencias e ideas extremas sobre la sexualidad, ya
sea prohibiendo o falta de límites, etc.
¿Qué se puede hacer?
Si bien estas conductas pueden cambiarse en una
terapia que apunte a ayudar a la paciente a
mantener su identidad o a recuperarla, cuatro
pasos son fundamentales y hay que considerar:
Aprender a tomarse el tiempo necesario para
conocer a un hombre antes de plantear un
compromiso. No se puede amar lo que no se conoce
bien.
Ser auténtica y no engañarse a una misma. Todos
tienen aspectos positivos que quieren mostrar,
pero muchas mujeres crecieron con la idea de que
ser extremadamente complacientes, decir a todo
que sí y anular su propia identidad, es la mejor
manera de relacionarse. Sin embargo la excesiva
dependencia genera rabia y tarde o temprano
habrá peleas en la relación. El hecho de decir
la verdad, lo que gusta y lo que no, lo que se
espera de una relación, sin fingir, prepara el
camino para ser aceptado tal como se es.
Tener vida propia. Amigos, intereses, espacios
para disfrutar, tiempo para el cuidado
personal... Muchas mujeres sienten que ocuparse
de sí mismas es sinónimo de ser "malas" o
egoístas. Ser compañeras del varón es sano y
positivo; anularse a sí mismas, es algo muy
diferente.
Vivir en el presente y la realidad. Una de las
grandes dificultades para estar bien en pareja
se debe a que las personas quedaron estancadas
en el pasado, idealizando un viejo amor o
repitiendo en la pareja conductas negativas
aprendidas en la infancia. La fantasía es una
forma de huir de la realidad, de tapar el dolor
y obtener alivio, pero tiene un alto coste
emocional.
Estos son sólo algunos de los objetivos a lograr.
Cada mujer debe transitarlos a su manera y con su
propio tiempo. El camino hacia el auto
conocimiento y hacia el cambio puede ser muy
placentero porque significa llenar un vacío y
alcanzar el bienestar en la pareja que nos es tan
necesario.
VER MÁS SOBRE PSICOLOGÍA >>
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